miércoles, 8 de septiembre de 2010

la champeta


La fusión de la batería, las guitarras eléctricas, el bajo, las congas y el sintetizador, dio como resultado un ritmo contagioso que conjuga todos los aires del Caribe y áfrica, al que denominaron “Champeta”.


“Este ritmo para alegrar el alma, nació en Cartagena como expresión de esa sangre africana que llevamos dentro y que forma parte de nuestra identidad, aunque muchos se nieguen a aceptarlo”, así define este género el vocalista de la agrupación Anne Swing, Viviano Torres, un palenquero con pelo rasta, tez morena y vestimenta bohemia, que suspira mientras habla de este ritmo al que considera la filosofía de su vida.

Anne Swing al igual que grupos como Son´Palenque, Kusima, entre otros, encontraron una plataforma para impulsar su música en el festival internacional de música del Caribe, realizado en 15 ocasiones en la ciudad, y que convocó agrupaciones de algunas islas caribeñas y África.

Desde 1982, la champeta compartió la tarima con las agrupaciones internacionales que venían al festival, y que exponían géneros como el soukous de África, el reggae de Jamaica, el Calipso de Trinidad y Tobago y el compas de Haití; ritmos que al pasar de los años fueron agregando elementos al incipiente ritmo de la champeta, haciéndola cada vez más rica y popular.

Palenque, tierra de afrodesendientes, hijos de los hijos de esclavos que en el pasado tiraron sus cadenas para sentirse libres del yugo español, es hoy la cuna de los primeros exponentes de este género, Viviano Torres, Luis Tower, Melchor Pérez y Charles King, alzaron sus voces desafiantes para expresar su sentimiento de libertad, y le regalaron la champeta al mundo.

Si bien es cierto que el festival de música del Caribe consolidó este ritmo y le dio nombre propio, quien lo dio a conocer entre la clase popular de Cartagena fue el pick up de “El Rey de Rocha”, o la “la discoteca de los pobres”, como lo llama Viviano, una máquina de sonido que ha hecho vibrar a miles de cartageneros con este ritmo que llevan a flor de piel.

Decenas de personas bailando al ritmo de la música, pases sensuales y sugestivos que de seguro han sido la causa de la llegada de más de un niño al mundo, hacen parte del ambiente que se vive en las casetas, un espacio que sin duda constituye una expresión de la cultura Caribe, y en especial de la cartagenera.


Cuando se habla de champeta o terapia criolla como también se conoce al género se refiere a una música que se escucha en Cartagena, principalmente en sus barrios populares. Sin embargo, ya se ha expandido a gran parte de la costa atlántica e incluso ha llegado a algunos sectores en la costa pacífica. No se trata de que la champeta haya desplazado a otras músicas locales y regionales institucionalizadas, sino que ha sido capaz de adaptarse y convivir con éstas. No obstante, aunque algunos sectores se opongan, la champeta se consolida como una expresión musical que integra elementos de resistencia socio-cultural y de identidad afrodescendiente.
Aunque no hay una fecha exacta, esta música aparece en la costa Caribe, principalmente en Cartagena, entre finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando algunos marineros cartageneros después de sus viajes, llegaban contando lo que habían aprendido de compañeros de tripulación africanos o enseñando lo que habían adquirido en los puertos al otro lado del océano. Dentro de esas adquisiciones se encontraban discos africanos con ritmos de soukous, highlife, ju ju, y soweto entre otros, que inmediatamente fueron escuchados en los pick ups de la región.
Los pick ups, conocidos en la región como “picops” o “picós”, son discotecas ambulantes consistentes en unas poderosas máquinas de sonidoChampeta 2con una consola principal y gigantescos amplificadores que se pueden trasladar de un lugar a otro. Estos se encuentran en los pueblos y barrios populares de la costa Caribe desde los años cuarenta, similares a los sound systems existentes en Jamaica y Haití. Aunque en los setenta predominaba la salsa, la música africana empezó a gustar y a ser aceptada entre la gente de los barrios periféricos de Cartagena.
Los dueños de los picós además refuerzan la identificación del público por medio de placas o “slogans” pregrabados, que se presentan en cada fiesta, con el fin de demostrar su superioridad y rivalizar frente a otros picós y afirmando el valor de la identidad negra frente a las otras alteridades de la ciudad.
Tradicionalmente la palabra champeta en la costa Atlántica significa cuchillo o machete pequeño para usos diversos, y la despectiva categoría social “champetudo”, se refiere a todo lo que sea de mal gusto, de personas con vestimentas coloridas y estrafalarias o de delincuentes y antisociales.
En la década de los ochenta el pandillaje fue un fenómeno social que afectó en gran medida a Cartagena. A los bailes de pick up llegaban jóvenes pandilleros armados con champetas quienes frecuentemente formaban riñas que dejaban como saldo personas gravemente heridas y, en otros casos, personas asesinadas. Esta situación sirvió para que el sector hegemónico de la ciudad asociara con la delincuencia y la inseguridad la nueva música que empezaba a ser bien recibida por la gente de los barrios populares. De esta manera se bautizó la músicaChampeta 7 champeta, aquella que era consumida por los “champetúos”.
La sorprendente aceptación de la música africana llevó a que el Festival de Música del Caribe, realizado en Cartagena desde 1983 y hoy desaparecido, además de promocionar expresiones musicales caribeñas, impul sara la inserción de música africana en la región. Estuvieron en el Festival artistas africanos de la talla de Soukous Stars, Kanda Bongo Man, Bopol Mansiamina y Diblo Dibala entre otros.
Champeta 1Una vez aceptada la música africana, se dio un proceso de “criollización”, surgiendo incipientes intentos de interpretación local conocidos en un primer momento como champetas africanas eliminando las interpretaciones vocales en lenguas africanas, volviendo a grabar sobre las pistas letras en español que la gente entendiera. Como estos nuevos intérpretes locales no hablaban ninguna lengua africana, la solución fue imitar en español lo que originalmente se cantaba. Sin embargo, aunque las letras de las canciones no tuvieran trascendencia, la música tenía la suficiente fuerza para hacer vibrar los cuerpos y permanecer en los gustos de la gente. Muchos temas interpretados con este método sonaron y gustaron en la ciudad y en la región.

Por otro lado, la danza, expresión del erotismo intrínseco de la champeta y causa de tantos escándalos en algunos sectores hegemónicos de la ciudad y de la región, se expresa sin tapujos en el baile cuerpo a cuerpo en las fiestas, en las calles o en los picós, aunque sigan existiendo prejuicios morales que intenten desacreditarlo.
El tema de la champeta también ha sido llevado al cine en los últimos años. En todos los filmes hechos hasta el momento sobre esta cultura, se destaca el constante enfoque protagónico que se le da a la existencia del fenómeno de pandillismo muy puntualmente dentro de la champeta.
La película Bandoleros del director Erlyn Salgado, de origen palenquero-cartagenero, y producida el año 2006 fue reconocida como la primera manifestación fílmica de esta cultura champeta por personas estudiosas del tema como son el periodista Ricardo Chica y el investigador Rafael Escallón. Esta película fue filmada con un teléfono móvil y una cámara Handicam y tiene su mayor creatividad en haberse hecho circular utilizando el mercado informal, que es habitual en la música champeta, para ser distribuida y vendida.
La siguiente película Ráfaga de Palabras del 2007 es un corto de María Posse donde se muestra la manera en que la lírica urbana está relacionada con la violencia.
Del 2008 tenemos dos producciones cinematográficas. La primera fue Cimarrones al filo de la champeta del productor y director Jorge Benítez que es la primera película que se basa propiamente en el cotidiano y el estereotipo de ser champetudo. Y la segunda, La gorra, realizada porChampeta 8 Andrés Lozano Pineda.
Dentro de las "estrellas de la champeta", aquellos artistas que han logrado trascender el entorno local dando conciertos y vendiendo discos internacionalmente, podemos mencionar a The Mystic Orchestra, Mr Black, el Afinaíto, Hernán Hernández, el Sayayín, Edwin, Álvaro el Bárbaro, Anne Swing con Viviano Torres a la cabeza, Michel y Lilibeth, una de las pocas mujeres que tiene el género.
Cantantes de otros géneros también han hecho incursiones en la champeta dentro de sus discos. Tal es el caso del cantante colombiano Carlos Vives que dejando a parte la cumbia y el vallenato se apropia del género en la canción Pa’ Maite y deja ver parte de esta influencia en otros temas. El cantante cartagenero de salsa Joe Arroyo dedicado a resaltar lo afro-descendiente y lo autóctono del Caribe y Cartagena, mezcla diversas influencias musicales, fundamentalmente con los géneros negros como la champeta, nombrada en muchos de sus discos con la muletilla de “champetúo”. O la también cantante colombiana Adriana Lucía que interpreta en el disco Porro Nuevo el tema Champeta rosa escrita por Carlos Vives.
Así mismo, la canción oficial del mundial Sudáfrica 2010 titulado “Waka Waka Time For Africa” e interpretada por la colombiana Shakira también tiene un ritmo de champeta africana.